Debido a la inquietante cantidad de tiempo que pasé sin enterarme de tí, una fría noche decidí ir a buscarte a la guerra. Mi amor por tí era más grande que cualquier tanque, mi corazón llegaría más lejos que una bala del enemigo. Pero las cosas no resultaron como las esperaba, más bien mi travesía se transformó en una serie de calamidades que paso a narrar brevemente, pues nunca más deperdiciaré ni siquiera un centímetro de mi cuidadosa caligrafía en ti, sucio Aldous.
Me escapé de mi casa por la ventana. Bajé por el rosal y me corté la mano con la cual iba a darte la sopa con mucho cariño. Luego corrí tan rápido como pude en la oscuridad, para que mi tía no fuese a encontrarme. Cuando llegué al puerto no solo tuve que aguantar el hedor a algas gelatinosas de los marineros, sino que tuve que invitarlos a todos a una ronda de cerveza y bailar sobre la mesa para que me llevaran en sus barquitos de papel al otro lado del mar, pero los bailes de salón que me enseñó mi prima al parecer no sirven para estas ocasiones (y dudo que los vaya a necesitar alguna vez). Así que claro, tuve que cruzar a la otra costa nadando. Ahí perdí mis zapatos, peleando con una sirena que se enfureció al darse cuenta de que no era un apuesto marino recién naufragado.
Una vez en las tierras del país extranjero, tuve que cruzar todo el maldito campo de batalla ensuciándome el vestido con la sangre y mierda de los guerreros fallecidos. Incluso una astilla de fémur me entró en el ojo derecho. Ahora sí que tengo una excusa válida para utilizar el parche en el ojo.
Te busqué en cada hospital y tienda de campaña. Desesperada por no encontrarte continué mi búsqueda en fosas comunes y zanjas al lado del camino.
Adolorida, cansada y manchada. Aún así nunca me detuve.
Por si fuera poco, algún estúpido miope y probablemente lobotomizado militar me disparó en la pierna izquierda. Resultado: pierna amputada. No me queda otra que olvidarme de los bailes de salón, ¿ahora lo ves?.
Después de 5 meses de rehabilitación, cuando había perdido todas mis esperanzas de encontrarte y finalmente casarme contigo, llega el día en que me entero de tu paradero.
¿Y donde es que te encuentro? En una sucia, vieja, sobrepoblada y barata casa de putas. Eres un cliente asiduo, me dicen por ahí. Así que, mi ya no tan querido Aldous, podrás imaginar que ya no voy a casarme contigo. Pero no te preocupes, tu puedes seguir coleccionando enfermedades y bichos en tus partecitas, porque yo continuaré tomando el té a la misma hora, después bordaré un rato con mi tía y en la noche mi prima me enseñará a bailar con la pata de palo. Y soy bastante buena en eso, para que sepas.
Te odio, Aldous, pero también te quiero. Espero que no me veas nunca más en tu vida, pero ten por seguro que yo te veré más veces de lo que esperas.
6 Galletitas
uuf llegare algun dia a escribir asi..
Cuidate, salu2.
De Nina 5:51 p. m.
oh, me gusto mucho xD
Pobre Helena
malvado de Aldous
y ando muy nulo como para seguir
:S
cuidate mucho
adios
De Päblo 10:11 p. m.
:o
buenisimo el post
me dio mucha risa eso de "bailar con pata de palo" xD
Aldous me suena a autor de libro
y Helena a gato xD
cuidate mucho
A!
Sospecho que más que buscar a Aldous, lo que buscabas eran las numerosas mutilaciones que sufriste en el camino.
Me encantó tu cuento. Tienes impulsos interesantes.
De David 7:31 p. m.
como que me dio pikazón en la espalda...
De 11:49 p. m.