Si, gracias

Lulú triunfa en Hollywood

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Porque Lulú triunfa en Hollywood
Se ausentará inútilmente, en otro de sus intentos inservibles para insertarse en la sociedad. Señora, Señor, Lulú triunfa en Hollywood y se le corre un punto de la panty media. Pronto. De acá a 5 o 6 días y un cuarto, Lulú nos promete que nos muestra sus dibujos, y de paso le hace la permanente. Todo por una galletita o dos. Y si le sale un brillo por ahí, ya vera. Dama, caballero, stay tuned. Porque la chica del casco vuelve pronto y cuenta estrellas.

Es que no es facil ser ella cuando tiene que recoger los tenedores del suelo todas la mañanas. Corre! Corre rápido!. Más rápido! ¿No los puedes ver?. Sálvate, niño. Salvate tú, que yo me perdi en el camino. Prepárate. Que vas a sufrir.

Cuenta regresiva desde el litoral central. Comenzando en 24.684.216. De acá al viernes me lo trago todo.
Lulú triunfa en Hollywood11:52 p. m.
4 galletitas
Reconstitución de hechos
¡Es que te estabas quedando con una parte de mí! desde que me recogiste ese día mi mitad se metio en tu cuerpo y no podía salir. Al principio me gustaba. Me gustabas. Aun me gustas, creo, pero ya no estás aquí. Todo por tu maldita obsesión cleptómana. ¿No podías considerarlo como un préstamo? Sé que lo hiciste con buenas intenciones, cuando me alojaste en tí lo necesitaba, o sino esa mitad se hubiese perdido debajo del puente. Pero cuando me enteré que lo habías hecho para quedártela, me enojé. Y mucho. Ahora ves las consecuencias. Todo es culpa tuya.
Ahí estabas tu, con la mitad de mi cuerpo, mi vida o como quieras llamarlo (yo le decía Kitty, pero nunca me escuchaste), como un tatuaje en tu piel. Se veía tan lindo, me veía hermosa repartida en tu cuerpo. Pero quisiste quedártela para siempre, sin siquiera preguntarme.
Justo cuando ya podía hacerme responsable por esa mitad. Quizás si te la hubieses robado cuando no la sentía mía no me importaría. Habría dibujado otra.
Pero al final era MI mitad. Tu sabes que la necesitaba para ser yo. Tu sabes que ya no necesitabamos ser NOSOTROS todo el día. Quizás los fines de semana o los miercoles a la hora de la siesta. Pero no para toda la vida. Me necesitaba. ¿Lo entendías?. Claro que no. Si tan solo me hubieses escuchado hoy estarías vivo.
Al menos la trataste bien, eso me contó. Te gustaba contarle cuentos y comprarle algodon de azucar rosado (el celeste nunca me gustó pues me recordaba los hospitales). Le hacías cariño y le escribías canciones. Pero esa no era yo. Era tan solo mi mitad. Cuando yo estaba entera nunca te atreviste a hacerlo. ¿Qué tiene esa mitad que no tenga la que me dejaste?. ¿Se atrevía a hacer las cosas que me sonrojan?, ¿hablaba más?, ¿o menos?.
Ya que no me la ibas a entregar, tenía que quitartela. Tenía que partirte por la mitad. Escarbar en tus entrañas hasta encontrarla. La tenías bien escondida, maldito. ¿No querías dejarla ir nunca?. Tu jodida sangre tibia y sabrosa no me dejaba ver, el olor de la comida fermentada en tus intestino era nauseabundo. Tenías todo preparado para que no la encontrar aun si estuvieses muerto. Pero lo hice. Y ahora he vuelto a ser yo. Estoy completa al fin, y lamento decir que no fue gracias a ti.
Pero ya pasó todo. Es mejor que estés muerto ahora, si te hubiese desmembrado unos días más tarde el único recuerdo que tendría sería un odio total, completamente frio. Lo bueno de matarte hoy es que te recordaré de una buena manera. Tu voz, tus ojos, la manera en que nos tratabas. Eras hermoso. Quizás algún día te pida disculpas. Hoy eres tú el que debería pedir perdón, pero como estás muerto, sólo puedo imaginarme que lo estás haciendo. Y te perdono.
Lulú triunfa en Hollywood4:32 p. m.
3 galletitas
No sirvo para nada
Resulta que no sé pintarme la cara. Una vez intentaba aplicarme rimel y me saqué un ojo. El cepillito negro se metió por debajo de mi globo ocular, y el mango quedó colgando en mi cara. Casi me da un ataque de panico, pero la Srta. Dunn me había enseñado como controlarlo el día anterior. La Srta. Dunn hace buenas terapias de grupo. Aunque huela a ropa añeja. Entonces, el ataque de pánico no me dio. Así, completamente calmada, procedí a retirar el susodicho objeto. Pero como no podía ver bien... no podía agarrar el manguito. No me dio el ataque de pánico, pero la rabia sí llegó. Agarro el mango con las dos manos y lo tiro furiosa. Salio. Y mi ojo quedó flotando en el lavamanos.
Resulta que tampoco se dar besos. Estaba en el patio jugando ajedrez con el esquizofrenico de pasillo 3 y me dijo que era muy bonita. Que le gustaba mi pillama y mis zapatillas de osito. Me dijo que quería darme un beso y yo le dije que estaba bien, pero que fuese rápido pues aún estaba con el sabor del desayuno y no quería que se me quitase pues estaba delicioso. Y me dio el beso. Pero como no ser dar besos y tengo problemas manejando mis emociones, me dieron los nervios y la necesidad de morder algo. Como morder el chupete de la mamadera cuando me dejaban tomarme la leche ahí. Ya se imaginarán lo que sucedió. Sí, un pedazo de su lengua se quedó en mi boca. Y adios al sabor del desayuno.
Resulta que soy mala para todo, excepto para las fatalidades. Pero según el Sr. Bell, no es bueno que eso me guste. Así que supongo que ser buena en eso, es en realidad ser mala.
Es que si una persona me molesta y no entiende con palabra pues todos los que me rodean o son a) locos b) doctores o enfermeros... me desespero facilmente. Y ahí es cuando empiezan los problemas.
Pero saben qué. Ya no me va a importar que crean que no sirvo. No les serviré a ellos, pero a mi me es muy util ser como soy. Soy inutil, tan inutil que no encuentro la menra apropiada de terminar este escrito. Pero, hey, es parte de mi, ¿no?. Se supone que no deba encontrarla, así que no me preocupo y esta cosa llega hasta aquí.
Lulú triunfa en Hollywood6:03 p. m.
0 galletitas
Por ahí
Yo solía ser un niña buena. Con el vestido siempre planchado y oliendo a limpio. El olor a detergente me rodeaba. Mis calcetines blancos me llegaba hasta la rodilla y no me depilaba, pues no era necesario hacerlo. Era menudita, con la cabellera más hermosas de todas. Tenía muchos conejitos que alimentar. Pero un día me descompuse. Todo comenzó con el cuerito que se desprendió del borde de mi dedo. Era lo único en que podía pensar. Lo tocaba y dolía, aún así no podía dejar de hacerlo. El cosquilleo subía por mi mano hasta mi cabeza, me daban escalofrios y mis pies se arqueaban. Cuando la primera gota de sangre salio, roja y tibia, la probe. Una gota de sangre, de mi sangre en mi lengua y todo se desató. Ya no necesitaba a mis conejitos. Ahora éramos solo yo y mi herida. Me gusta escarbar con mi otra mano en aquel agujero. Pronto dejó de ser un cuerito salido. Ahora era una herida que palpitaba en el borde de mi uña. Mirar para adentro era genial. ¡Es que si hubieses visto todo lo que vi!. ¿Por qué no fui así desde un principio?. El sabor de mi sangre era mejor que el caramelo, y su color era más lindo que el de mi vestido. Y sin duda tocar la herida era mejor que acariciar a mis conejitos.

¿Quieres saber como soy por dentro? Puedes venir y mirar mi herida cuando quieras. Te puedo servir una taza de té y mirarás disimuladamente. Y yo me snetiré orgullosa de tener mi herida. Luego si quieres puedes preguntarme tímidamente qué me pasó. Yo me mostraré sorprendida, nada, te diré. Y te dejaré mirarla, tocarla, saborearla. Podrás saber como es mi interior. Podrás sentir mi corazón latiendo. Aprenderás de que estoy hecha.

Porque la herida ya no es pequeñita. En cuanto vi que se abría facilmente quise probar con nuestros materiales. Te confieso que el sonido de mi piel rompiéndose es delicioso. Partí con una cuchara de café, la que me permitía llegar bien adentro y al mismo tiempo ver el reflejo en su superficie. Se veía gracioso. Me veía graciosa.

Luego utilicé el cuchillo para partir la torta, un pedazo de taza rota, y terminé con la pata de la silla. Mi herida era enorme y preciosa. En todo mi brazo. Y el dolor no dolía. Era como tener mil conejitos saltando en mi brazo. ¿Te imaginas como es eso?. Claro que no, porque tu no sientes nada. En cambio yo puedo sentirlo todo. Y disfrutarlo. Aún así te quiero. Y te enseñaré a sentir algún día cuando estés listo. Mientras tanto te puedo dar a probar un poco de mi sangre cada vez que así lo quieras. No te sonrojes, no me molesta. Tampoco necesitas curarme. Me curé desde el momento en que ese cuerito se desprendio, agudo, en mi dedo. Desde que la sangre llego a mi boca y fue como morir por un segundo. Desde que el dolor invadía todo mi cuerpo y sonaba. Si sonaba, bailaba. Era una melodía, una hermosa composición. Mi más grande obra.

Mis conejitos se fueron espantados. Pero ese fue un gran día. El día en que mi herida y yo nos conocimos. Sí, es genial. Estoy en éxtasis. Aún así te quiero, amigo. Ya no soy la niñita a la que cuidabas. ¿Me sigues queriendo? No te asustes. Yo estoy bien. Ambos lo estamos ahora. Algún día lo sentirás. Y será un día maravilloso. Aún te quiero. Hoy te quiero más que nunca. No me importó dejar de ser la niña buena. Supongo que ahora nos parecemos más. Espero por tí.
Lulú triunfa en Hollywood11:49 a. m.
1 galletitas